lunes, 31 de diciembre de 2012

"TRISTEZA DEL LABRADOR" poema de Francisco Espejo

 
TRISTEZA DEL LABRADOR
 
Sudores de campo
en la lumbre noche y bella
con el sol en la cara,
y el trigo en la era.

Campesino que resguardas
tus dolores en el cuerpo,
tus manos encalladas,
tus fíbreles siguiendo.

Hijos llorando por
ir con su padre,
al terreno más duro
y que Dios los ampare.

Vino y cerveza
beben ese día,
y pierden así
su tristeza.

Cuidando mi ganado
Dios se presentó,
pagando mis culpas
dando su amor.

Labrador que te encuentras
en la espuma secada,
no dejes que el viento
te arrastre a la nada.

Te asomas a la noche

MIGUEL ANGEL Toledano 31/12/2012
Tal vez exista una tendencia inevitable a suavizar en el recuerdo la vida. De manera especial cuando nos atenaza el presente. Cuando lo que nos está ocurriendo ahora no es lo que habríamos deseado; cuando nos encontramos cansados para hallar los colores secretos de los años futuros. Pero, no importa, todos los años, todas las promesas son iguales. Lo piensa mientras observa el enorme calendario colgado junto al frigorífico. La taza de café humea entre sus dedos, se sienta en el sofá y mira la bandeja de los dulces, casi repleta, y comprueba cómo diciembre, aunque gastado y resistiéndose, avanza ya inexorable hacia la última noche con sus pasos de gacela. Sin embargo la mañana ha amanecido turbia y algo más fría que de costumbre. Nadie puede enjaular los ojos de una mujer que se acerca a una ventana. Y ella ha descorrido las cortinas mientras se acaricia el cabello lacio, sin peinar aún, y observa la tarde que se abre ardiendo ante sus ojos. Alguien recoge las hojas caídas de los árboles y las introduce en grandes sacos, despejando la acera de enfrente. Mira el móvil y recuerda que la última jornada ha sido dura: entró ayer en el turno de tarde y, al acabar, siguió de guardia durante toda la noche. Esta mañana ha podido dormir unas horas y ahora comienza a despejarse mientras sujeta la taza de café.
El talante del día invita a estar más que a ser. Algo hay de oro gastado en este día. Clarea. El viento ha barrido las nubes y el cielo tiene la nítida transparencia de las tardes gélidas del invierno. Entre los automóviles unos muchachos abrigándose intentan protegerse de ese viento filoso que hace temblar, girar el arañado plato de la luna. Las farolas emboscan más que alumbran. Tal vez quisieras que tus pasos te alejasen sin acercarte a nada. Te asomas a la noche y nada. El tiempo es la belleza resistiendo a punto de marcharse, en fuga ya entre los árboles. Un hilo iluminado transita por tu acera. Se van de ti las hojas de los días. Anochece.
* Profesor de Literatura

FELIZ 2013 DESDE LAS TENDILLAS